Pedagogía de la Comunión y la Convivencia.   “Formando al SER, CONVIVIR, TRASCENDER”

El hombre es un ser pluridimensional, y una de las dimensiones centrales es la capacidad de relacionarse, de vivir en sociedad, de construir ambientes favorables donde se pueda convivir como seres humanos, racionales y espirituales; sin embargo el acelerado cambio del mundo, el avance científico y tecnológico a la vez que propician gran desarrollo, también afectan la familia, la escuela y la sociedad núcleos en los cuales se engendra y fortalece el más grande proyecto de  humanidad, “El proyecto humano llamado hombre”.


El exceso de información y la fuerte incidencia de los medios de comunicación, en la propaganda, la publicidad y dominio subliminal, han causado una inversión en la Jerarquía de valores éticos, morales, religiosos, políticos y sociales, afectando de manera directa a los jóvenes, llevándolos a la incomunicación, a la soledad, a la rebeldía frente a todo lo que suene a norma y moralidad.


Los maestros en formación de la Escuela Normal Superior no han escapado a esta realidad y proceden además, de familias en donde se dificultan cada vez más las relaciones basadas en el respeto, la comunicación abierta en el ejercicio de la autoridad responsable.


Corresponde entonces a la escuela reconfigurarse como un proyecto cultural crítico, como un espacio donde sea posible reconocer y vivenciar las múltiples subjetividades que circulan en su cotidianidad, legitimar nuevas formas de construcción democrática y asumir que el conflicto es inherente en el surgimiento de nuevas sociabilidades.


La Escuela Normal Superior ha trabajado en los últimos años para potenciar la autonomía e incentivar a un cambio o reforzamiento de conducta sin olvidar que “se debe educar para el autocontrol respetando los compromisos adquiridos y así contribuir al proceso de acuerdos en torno a la construcción de las normas, lo que es necesario en el intento de aprender a vivir la democracia”.


Las incertidumbres del futuro frente a las desigualdades económicas y sociales, la falta de oportunidades de acceso a la universidad, el desempleo de los tutores de los menores de edad, han tocado la vida de los jóvenes de hoy, El incremento de la cultura de la desesperanza viene ejerciendo poder en los estudiantes que se manifiesta en la desmotivación para aprender, para avanzar, para conquistar metas, dejando en el ambiente un clima de ganar sin esfuerzos, y esto se evidencia en el rendimiento de las pruebas Saber 11° y en los anhelos de SABER PARA ACTUAR.


Es urgente reflexionar con los niños, niñas y jóvenes del desencanto de la desesperanza y revitalizar los estímulos para conquistar metas por sus propios méritos.


Por tal fin, la apuesta es reconstruir la esperanza, la vitalidad, la armonía y la superación de dificultades, resignificar los valores de la Voluntad superior, la disciplina, la autonomía, el respeto, la identidad, la responsabilidad; con la capacidad de autoobservarnos, autocontrolarnos, autoevaluarnos, autocriticarnos, autoformarnos, autoverificarnos, autoreconocernos con el fortalecimiento de la autodisciplina.


Frente a la construcción de una convivencia escolar deseable tenemos que darle una oportunidad a nuestra calidad de seres humanos que se equivocan, que sueñan, que tienen ideales permanentemente, que piensan y razonan y que a la vez buscan salidas distintas a la sociedad violenta en que vivimos.

 

Es por esto, por lo que el proyecto se inspira en el Humanismo franciscano, porque quién sino San Francisco fue un hombre que supo confraternizarse armónicamente con Dios, con los hermanos y con la creación. Es pues San Francisco de Asís el cofundador de este proyecto de la Pedagogía de la Comunión y la Convivencia. El será el máximo referente en la construcción de ambientes fraternos, en los que sin ignorar que surgen conflictos en todo grupo humano, la Escuela Normal entenderá al igual que San Francisco de Asís, que hay salidas que hay otras formas de aprender a convivir desde los valores del perdón, la paz, la justicia, el respeto y la hermandad.


Continuando en este mismo orden de ideas se podría pensar una escuela en la que se privilegia la formación del ser y las interacciones de los maestros en formación. Esto nos lleva como Institución a considerar los principios sobre los que se estructura y orienta la concepción del ambiente educativo con el fin de llevar a feliz término la misión de formar maestros integrales, felices y capaces de relacionarse armónicamente con cualquier grupo social ejerciendo impacto significativos y contribuyendo a la construcción de una sociedad fraterna y pacífica.


De ahí que se hace necesario continuar fortaleciendo la formación en este aspecto dado que la institución es formadora de maestros, y un maestro ha de ser un referente de valores morales y éticos para contribuir eficazmente en la reconstrucción del entramado social